Dios es amor. Él está dispuesto a dar a sus hijos abundantes bendiciones temporales, siempre que no pongan en peligro nuestros intereses eternos.
Su especial Providencia protege y vela por los devotos al Sagrado Corazón con gran amor y ternura.
Sin embargo, no debemos desanimarnos si nuestras oraciones, pidiendo favores temporales, no son contestadas siempre, porque Dios siempre pone nuestro bien eterno antes de nuestro bien temporal.