Consiste en ofrecer una hora del día que cada asociado elige con libertad, durante la cual sin cambiar para nada sus ocupaciones ordinarias, va en espíritu al Sagrario a hacer guardia al Sacratísimo Corazón de nuestro Salvador. Durante esta hora el asociado ofrece el cumplimiento de su deber, pensando un poco mas en Nuestro Señor Jesucristo, hace un acto de amor y si puede algún pequeño sacrificio. La medida será la intensidad del amor con que hagan las cosas.
Y para que todos podamos responder con facilidad a este llamado se nos pide la ofrenda y santificación de las obras diarias principalmente las de esa hora.
Todo esto debe estar en armonía con la obligación que cada cristiano tiene de santificar los actos mas vulgares, haciéndolos por agradar a Dios y de cumplir su santa voluntad, manifestando una santa alegría en el momento de consolar a Jesús. Este buen Maestro sabe quienes son los queridos guardias que deben ir a sus pies a tal o cual hora, y su tierno Corazón los espera para derramar sobre ellos abundantes gracias y cumplir sus promesas.
Nada de esto obliga bajo pecado, lo importante es que cada socio siga el impulso de su corazón y de su piedad para santificar su hora de presencia ante su Dios y Señor.